Conocí a Francisco García Tortosa en Santiago. Iba a dirigir mi tesina sobre Dylan que acabó en Alicante apadrinada por Brian Hughes. Era ya el hombre todoterreno, ameno y sabio que conocemos. Luego se fue a la Universidad de Sevilla desde donde proyecta su poco oculta pasión joyceana. Me lo encuentro en los congresos de la Asociación Española James Joyce, en el Círculo de Bellas Artes, donde acaba de presentar su co-traducción del "Ulises", allá donde chispee el brillo del irlandés más genial, también de la amistad.
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