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A systematic review of controlled trials on visual stress using Intuitive Overlays or the Intuitive Colorimeter

    1. [1] Anglia Ruskin University

      Anglia Ruskin University

      Cambridge District, Reino Unido

    2. [2] aInstitute of Optometry, London, UK
  • Localización: Journal of Optometry: peer-reviewed Journal of the Spanish General Council of Optometry, ISSN-e 1888-4296, Vol. 9, Nº. 4, 2016, págs. 205-218
  • Idioma: inglés
  • Títulos paralelos:
    • Revisión sistemática de los ensayos controlados sobre estrés visual utilizando filtros intuitivos o colorímetros
  • Enlaces
  • Resumen
    • español

      Las aseveraciones acerca de que los filtros coloreados ayudan a la lectura se remontan 200 años atrás, y siguen siendo controvertidas. Por ejemplo, algunas afirmaciones relativas a que el 10% de la población general y el 50% de las personas disléxicas podrían beneficiarse de los filtros coloreados carecen de evidencia y de validez firmes. Las publicaciones que incluyen dichas afirmaciones citan, normalmente, investigaciones que hacen uso de métodos no descritos en la literatura científica y que carecen de marcos etiológicos sólidos.

      A pesar de estas críticas, algunos investigadores han utilizado unos criterios y métodos de selección más rigurosos para la prescripción de filtros coloreados, desarrollados en una unidad del Medical Research Council del Reino Unido y que se han descrito cuidadosamente en la literatura científica. Revisamos todas estas investigaciones que desmienten muchas de las aseveraciones más extremas que rodean a esta cuestión. Esta literatura científica consistente indica que un subgrupo minoritario de disléxicos (de alrededor del 20%) puede padecer una afección médica descrita como estrés visual, que deriva muy probablemente de la hiperexcitabilidad de la corteza visual. El estrés visual se caracteriza por síntomas de distorsión de la percepción visual, cefaleas, y fatiga visual al visualizar patrones repetitivos, incluyendo las líneas de texto. Esta revisión indica que el estrés visual es diferente a la dislexia, aunque a veces coexisten ambas situaciones. Se ha demostrado que los filtros coloreados individualmente prescritos mejoran el desempeño lector en personas con estrés visual, pero es improbable que mejoren los déficits fonológicos y de memoria que se asocian a la dislexia, por lo que no constituyen un tratamiento para la misma.

      Esta revisión concluye que se precisan más ensayos controlados y aleatorizados sobre intervenciones para el estrés visual. También son prioritarias las mejoras diagnósticas de dicha afección.

    • English

      Claims that coloured filters aid reading date back 200 years and remain controversial. Some claims, for example, that more than 10% of the general population and 50% of people with dyslexia would benefit from coloured filters lack sound evidence and face validity. Publications with such claims typically cite research using methods that have not been described in the scientific literature and lack a sound aetiological framework.

      Notwithstanding these criticisms, some researchers have used more rigorous selection criteria and methods of prescribing coloured filters that were developed at a UK Medical Research Council unit and which have been fully described in the scientific literature. We review this research and disconfirm many of the more extreme claims surrounding this topic. This literature indicates that a minority subset of dyslexics (circa 20%) may have a condition described as visual stress which most likely results from a hyperexcitability of the visual cortex. Visual stress is characterised by symptoms of visual perceptual distortions, headaches, and eyestrain when viewing repetitive patterns, including lines of text. This review indicates that visual stress is distinct from, although sometimes co-occurs with, dyslexia. Individually prescribed coloured filters have been shown to improve reading performance in people with visual stress, but are unlikely to influence the phonological and memory deficits associated with dyslexia and therefore are not a treatment for dyslexia.

      This review concludes that larger and rigorous randomised controlled trials of interventions for visual stress are required. Improvements in the diagnosis of the condition are also a priority.


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