Hubo un tiempo en el que la pasión por el fútbol restaba neuronas intelectuales; en que si te gustaba sentarte los sábados frente al televisor para cantar los goles de tu equipo ya podías considerarte incapacitado para leer a Cervantes o cualquier otro autor que requiriera un mínimo esfuerzo, no digamos ya a Joyce o a Bernanos; en que si querías acudir al estadio debías proveerte del correspondiente disfraz (lástima no poder preguntárselo a Hotelano y Benet).
Un tiempo en que hablar de fútbol y leer periódicos deportivos era sinónimo de indigencia cultural (todavía hay quienes así piensan). Lo que no obstaba para que a muchos escritores e intelectuales de postín les gustase el deporte de las patadas por antonomasia, para que se escribiera sobre el fútbol y sus contornos y para que las figuras de los jugadores más representativos reclamasen biografías y panegíricos.
Si bien nunca como ahora que, por fin, se ha descubierto que lo de las neuronas va por otro conducto y las editoriales más atrevidas han encontrado en el fútbol un nuevo filón a explotar. Para muestra, un botón: "Gracias vieja", biografía de Alfredo Di Stéfano, resultó ser unos de los libros más vendidos en la última Feria del Libro.
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