Un niño ha cambiado bastante más de lo que ha cambiado la escuela, que respira a plenos pulmones los mensajes, señales, códigos que la sociedad de consumo fabrica y socializa sin parar. Una infancia "sobrealimentada" en cuanto a experiencias sociales no tendrá dificultades en adelantar sus competencias intelectuales y en adquirir fuertes habilidades cognitivas.
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