La propiedad de la tierra se concentra y la estructura de la propiedad de la tierra se conserva, lo que conlleva la reproducción de la desigualdad social en términos de cultura: el desplazamiento de la población campesina a los espacios urbanos como efecto de su desclasamiento genera mayor distanciamiento social entre las categorías de la estructura social y produce condiciones de segregación. Por su parte, la inflación de las esperanzas subjetivas con respecto al mercado de trabajo y alimentada por el sistema educativo es disimuladamente condescendiente con las clases dominantes otorgándoles argumentos de que su posición, en supuesta “igualdad de oportunidades”, es legítima y genuinamente retribuida.
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