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Resumen de Del comer, el deseo, la palabra y su lugar en la vida

Gabriela Ángela Zadra

  • El Génesis pone como primer pecado comer la fruta prohibida. Que se tratara del Árbol del Bien y del Mal, que la promesa de la serpiente hecha a Eva fuera la de que accedería a un saber igual al saber divino, que este pasaje bíblico haya dado lugar a múltiples interpetaciones, incluída la metafórica, la alegórica, no invalidan el hecho de que se habla de una fruta y de que la primer falta fue comer. Aquellos que padecen de obesidad, de bulimia o de atracones saben eso: hay correlación entre comer y falta, se sienten culpables. Comen a escondidas, no se animan a hablar de ello, comunican la sensación de estar en pecado, el relato mismo suele estar impregnado de culpa, a veces hasta se asemeja a una confesión: “la comunicación es el pecado”, dice Bataille (1981). Por otra parte, la voluntad es incapaz de hacer algo al respecto. Por más que el sujeto se lo proponga una y mil veces, el impulso se impone más allá de ella. Son hechos observables, sin embargo la relación entre ellos no es tan clara ni es posible establecerla de forma tan directa. 


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