Desde sus orígenes, más bien nebulosos con soporte escrito, la literatura ha sido un juego de mentiras. un juego que paradójicamente es imprescindible para conocer la verdad, o al menos lo más aproximado a esta que sea posible. desmenuzar la realidad, recreándola, es decir, manipulandola y de algún modo falseándola, resulta que es el mejor método para comprender la esencia de lo literario. Y como cabía esperar, ya lanzados al hermoso juego de las mentiras necesarias, ¿cómo no caer en la tentación de crear no sólo personajes, sino también la personalidad del autor? o quizás......¿por qúe no convertir al autor en personaje, incluso desdoblando el perfil inicial del propio escritor?
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