Introducción. La ciencia y la filosofía han abordado a lo largo de la historia del pensamiento y desde diferentes perspectivas epistémicas el problema mente-cerebro. La primera de ellas acota áreas específicas de la realidad y construye hipótesis de corto alcance y múltiple conectividad intercientífica con el objetivo de validar modelos teóricos; la segunda extiende su arquitectura sistémica al conjunto de lo real (incluida la actividad científica). Desarrollo. La complejidad del problema mente-cerebro exige generar un vínculo de conexión disciplinar entre la filosofía y la ciencia; nuestros presupuestos ontoepistemológicos se erigen, por lo tanto, en el marco de una filosofía orientada científicamente (filosofía científica). Se defiende el materialismo emergentista como solución filosófico-científica coherente y contrastable en contraposición a otras propuestas desarrolladas desde diferentes modelos ontológicos (por ejemplo, dualismo interaccionista, funcionalismo, teoría de la identidad, epifenomenalismo...). Conclusiones. La respuesta al problema mente-cerebro sólo es factible desde una neurociencia cognitiva fundamentada filosóficamente: el materialismo emergentista –postulado ontológico– afirma que la mente es una propiedad emergente (novedad cualitativa) del cerebro; el realismo científico –postulado epistemológico– sostiene que la neurociencia cognitiva es la herramienta teórico-experimental básica que posibilita el acceso cognoscitivo tanto al cerebro como a sus procesos neurocognitivos. Consideramos que a partir de esta fundamentación filosófica, la neurociencia cognitiva adquiere legitimidad epistémica para acometer el estudio del proceso mental más genuinamente humano: la conciencia.
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