El devenir del Suelo no Urbanizable en la práctica ha venido tradicionalmente vinculado a su carácter residual. El escenario planteado por el calentamiento global o el cambio climático señala los procesos rurales y el consumo de los recursos naturales como grandes responsables de los incrementos térmicos observados. España ha mostrado una trayectoria particularmente decepcionante en este aspecto. Los instrumentos de ordenación del territorio se revelan imprescindibles en la articulación de los cambios de comportamiento y medidas de templanza que se estiman de urgente aplicación al caso. No obstante, la formulación y gestión de los modelos planificadores regionales no han logrado ningún resultado significativo. Se requiere la implementación de estrategias que sitúen el Suelo no Urbanizable en una posición positiva y central, reconsiderando el vigente modelo urbanizador.
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