Con referencia en la Ciudad Verde de Moscú (1930), el grupo catalán del GATEPAC, encabezado por las figuras de José Luis Sert y Josep Torres Clavé, ideó la Ciutat de Repós i de Vacances en la costa barcelonesa entre los años 1931 y 1936. El talante progresista del grupo, integrado en los CIAM, expresaba la necesidad de la vida al aire libre y la urgencia por organizar las inexistentes zonas de descanso de las principales ciudades para el ocio de las masas del proletariado urbano. Según estos arquitectos, el reposo que demandaban para Barcelona influiría enormemente en la psicología y en el espíritu de sus habitantes.
La realización de tres ciudades sindicales a finales de los años cincuenta constituye un ejemplo significativo, no tanto por el valor intrínseco de sus edificios, sino por constituir un testimonio urbano construido, que pone en relación alguno de los propósitos del ideario del Movimiento Moderno en lo concerniente al descanso proletario, su implementación en el panorama español de la época, y la ulterior degradación de la arquitectura turística al servicio del motor desarrollista de la economía. Las tres Ciudades son un testimonio realmente ejecutado y linealmente emparentado con las experiencias anteriormente referidas. Dentro de la arquitectura residencial de vacaciones en la España franquista, estas Ciudades se previeron en tres puntos estratégicos de nuestra geografía. La Ciudad Sindical de Marbella (1956, M. Aymerich y A. Cadarso), la de Tarragona (1957, de A. Pujol y J.Mª. Monravá), y la de Perlora (1949-56, de F. Somolinos y otros) comparten similitudes y divergencias que reflejan materializaciones diversas. Aunque recogieron el discurso de la modernidad, el papel que cumplieron fue el de modelo y ejemplo que, a modo de catalizador, el Estado disponía para su política de desarrollo y su estrategia de expansión hotelera.
Por mucho que atendiera a los vínculos del hombre con la naturaleza, el discurso progresista en relación al descanso implícito en la Ciutat de Repós, no era ajeno a los presupuestos funcionales y tayloristas tendentes a la producción de plusvalías. Según Lewis Mumford, al par tiempo y espacio debía incorporarse el valor homogéneo y universal de cambio que constituye el dinero, formando así la tríada que soporta la concepción mecanicista y cronológica del mundo, cuyo efecto bien puede apreciarse en la ciudad. De este modo, el progreso llevaba inevitablemente larvado el desarrollo. Los objetivos progresistas de la modernidad siguen de actualidad, pero a la vez, constatamos el enorme peso que hoy supone lo que se ha denominado como lógica del deporte- tan lejana a los ideales de descanso y educación cultural del individuo- y que no es sino el trasunto de la referida tríada mecánica. Desde este punto de vista, y a la luz de las experiencias que, en la segunda mitad del siglo han constituido las denominadas nuevas alternativas, creemos que la dialéctica entre progreso y desarrollo debe ser revisada, no ya desde la razón cínica posmoderna, sino al replantear los citados presupuestos en vista de las contradicciones que el citado binomio ha evidenciado.
Palabras clave: GATEPAC, Sert, Ciudades Sindicales, Progreso, Tiempo
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