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Organicismo y estructuralismo contemporáneo: Oiza en Torres Blancas

  • Autores: Lorenzo Tomás Gabarrón, María de los Ángeles Hernández Beltrán
  • Localización: II Congreso Pioneros de la Arquitectura Moderna Española: Aprender de una obra: Actas digitales de las Comunicaciones aceptadas al Congreso / coord. por Teresa Couceiro Núñez, 2015, ISBN 978-84-606-7879-3, págs. 625-633
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • La comunicación que aquí presentamos trata de poner en valor una de las obras claves de Francisco Javier Sáenz de Oiza: el edificio Torres Blancas (Madrid, 1969). Además de ver las referencias que tuvo presente a la hora de enfrentarse al proyecto, profundizaremos en la vigencia de conceptos tan contemporáneos como los de organicismo y estructuralismo que le llevaron a plantear su, tan conocida volumetría, a base de cilindros en torno a un núcleo central, totalmente revolucionaria si atendemos a la arquitectura residencial que se hacía en los años 60 en nuestro país. Al profundizar en las referencias que Oiza tuvo sobre la mesa será inevitable tener presente la figura de Wright. Lo que más le interesó del maestro americano era como abstraía las formas de la naturaleza y rechazaba explícitamente su representación literal, quedando reflejado en multitud de proyectos como los de la Casa Jester (circulo) o la Unitarian Meeting House (triangulo) en Madison, entre otros muchos. Oíza intentó llevar a cabo este concepto de arquitectura orgánica en Torres Blancas que supuso el punto culminante de su carrera y que recogía buena parte de lo aprendido en los años anteriores.

      Su expresiva volumetría, que partía de una planta en forma de esvástica ordenada en torno a círculos no fue su primera experiencia con esta figura geométrica; en las escuelas que le encargaron para la Colonia de Nuestra Señora de Lourdes en Madrid (dentro de su trabajo como arquitecto del Hogar del Empleado), la geometría circular se yuxtapone generando una conexión entre espacios que se adaptaban al terreno (los muros curvos funcionaban como muro de contención). Lo que planteó fue un conjunto de cilindros con cubiertas ajardinadas que, al estar rodeados de una zona en pendiente y verde, daba la sensación de continuar los jardines que lo rodeaban. No fue un caso aislado puesto que para el concurso del pabellón de España de la Exposición Universal de Nueva York en 1965, volvió a apostar por esa geometría, está vez sin tanto éxito puesto que no consiguió ganarlo. Esta composición, que partía de un módulo que se repetía a distintos tamaños, ya la conocía Oíza del otros proyectos de la escuela del estructuralismo holandés como el de Aldo Van Eyck para las escuelas al aire libre en Ámsterdam (finalmente no realizadas), que tomaban como base un módulo de planta hexagonal que contenía un aula cubierta y un aula al aire libre, estos módulos se agrupaban en torno a los núcleos de acceso que incorporan el resto del programa. El módulo aumentaba o disminuía dependiendo de la función que desarrollaba. Oíza realiza la misma operación pero cambiando el módulo hexagonal por el circular.

      En definitiva, lo que pretendemos es ver cómo este edificio revolucionó la arquitectura Española en los años 60 y como sirvió de modelo para propuestas posteriores, además de ver como los conceptos de organicismo y estructuralismo siguen de plena vigencia en un buen número de intervenciones contemporáneas, siendo claros ejemplos el Ayuntamiento de Lalín (Mansilla + Tuñón) o el Museo Interactivo de la Historia en Lugo (Nieto y Sobejano).


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