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El rincón de Ricardo Lorenzo

  • Autores: Rubén Pellitero Rodríguez
  • Localización: I Congreso Pioneros de la Arquitectura Moderna Española: Vigencia de su pensamiento y obra: Actas digitales de las Comunicaciones aceptadas al Congreso. / coord. por Teresa Couceiro Núñez, 2014, ISBN 978-84-697-0296-3, págs. 671-682
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • Ricardo Lorenzo (1927 – 1989) forma parte de un colectivo de arquitectos que durante muchos años lucharon en contextos aislados e indiferentes en defensa de la renovación de la arquitectura y del enriquecimiento de la cultura local. Un largo camino en busca de la propia identidad, abnegado y en una cierta soledad casi artesanal, con escasas referencias y privado del confort de un ambiente cultural en el que apoyar una línea de investigación. Esta fue su mayor aportación al progreso de la arquitectura.

      Durante muchos años en España hubo sólo dos Escuelas de Arquitectura, Madrid y Barcelona, que representaron dos focos culturales muy marcados. Este hecho supuso que muchos arquitectos que se formaron ligados a uno de ellos luego exportaron experiencias e influencias a otros lugares. Ese fue el caso de Ricardo Lorenzo, que vivió trece años en Barcelona, polo anticentralizado del panorama cultural de la posguerra española. Paralelamente a la enseñanza académica en la Escuela de Arquitectura, las obras racionalistas de Jose Luis Sert, la renovación plástica de Le Corbusier, la figura de Coderch, la particular visión de la arquitectura moderna de la Escuela Italiana de Sartoris y Terragni, su vinculación al grupo artístico “Els Vuit”, el descubrimiento de Tàpies, constituyen de forma autodidacta un bagaje plástico que acompañará al arquitecto cuando en la década de 1950 decida cambiar la atmósfera cultural barcelonesa por el aislamiento de su Cantabria natal.

      En un Santander que respira un ambiente más bien poco innovador, marcado por una racionalización de los estilos históricos, pero sin perder su fidelidad a una ideología de la “clase” social, Ricardo Lorenzo descubre la oportunidad del lugar. Su condición de gran dibujante será una herramienta fundamental para conseguir el reconocimiento y conquistar la opinión pública, siendo sus dibujos a color y perspectivas elementos diferenciadores de su postura profesional de arquitecto-artista.

      La Cafetería Lago, proyectada en 1958, es su primera obra verdaderamente trascendente, ya que supone una clara referencia para posteriores intervenciones comerciales, y representa un punto de inflexión en la arquitectura de la ciudad. En un contexto social en que la economía española empieza a estabilizarse gracias al turismo, la trascendencia de estas arquitecturas comerciales y de ocio es muy importante. El proyecto se plantea desde una concepción global de expresión plástica, que abarca múltiples capas del lenguaje tanto arquitectónico como pictórico. Referencias a Le Corbusier, Van de Velde, la Bauhaus de Gropius, el organicismo de la arquitectura nórdica, al racionalismo italiano o las estampas japonesas se mezclan en un cóctel en el que el color y la pintura son protagonistas. Este pequeño proyecto condensa gran parte de las claves de su pensamiento y representa el punto de partida para la comprensión de su obra.

      Desde “su rincón”, amparado en el valor de lo íntimo, Ricardo Lorenzo plasmó en un “rincón” de Santander, en la Cafetería Lago, el manifiesto de una postura arquitectónica. Y en un “rincón” de la geografía española, su Cantabria Natal, escribió una brillante página de la arquitectura en la España del siglo XX.

      Palabras clave: Ricardo, Lorenzo, Santander, Cafetería, Lago


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