En los pequeños pueblos de la España rural, entre su arquitectura originaria y las nuevas “promociones” de chalet adosados, podemos aún reconocer unas actuaciones singulares, muy pocas, de edificios que pertenecen a una etapa histórica bien definida: los años cincuenta.
En plena posguerra, además de la necesaria y urgente reconstrucción edificatoria, existió como política rural procurar el asentamiento y permanencia de la población. Para ello se procuró el acercamiento de los servicios públicos a los pueblos, construyendo de forma generalizada edificios contenedores de servicios básicos:
policlínicas y escuelas, y casas para funcionarios, maestros, secretario, farmacéutico, labradores, obreros, jornaleros, funcionarios, etc.
Muchos de estos edificios, perfectamente reconocibles, supusieron para los arquitectos nacidos en las primeras décadas del siglo veinte un difícil reto que exigía concertar el contexto rural y de posguerra con los principios de la arquitectura en que fueron formados. El presente artículo describe uno de estos casos: 45 policlínicas (clínica, consulta y casa de médico) construidas en la década de los 50 en la provincia Valladolid por el arquitecto Julio González Martín nacido en 1910. Se analizan desde su génesis, documentada en el archivo del propio arquitecto, hasta su estado actual tras casi 70 años de existencia. De estos 45 edificios, propiedad municipal, se han localizado 42, de los cuáles 8 han sido derribados y los demás se han adaptado a nuevos usos y circunstancias sin perder su carácter. Su permanencia demuestra que el resultado merece ser analizado por las lecciones que ofrece de racionalidad, economía, buen hacer y respeto al entorno social y cultural.
El análisis de estos edificios se realiza desde varios puntos de vista: la legislación que los generó (Ley de Bases de Sanidad Nacional del Ministerio de la Gobernación, 1944); su proceso económico y de gestión; la infraestructura de “Juntas Pro-Casas del Medico-Centros Sanitarios”; las bases exigidas por la Jefatura Provincial de Sanidad, sencillas y categóricas, para redactar el proyecto (tamaño del solar, volumetría, programa de necesidades, instalaciones obligatorias y precio); su integración en el entorno inmediato; el proceso constructivo, estructural y estilístico; su funcionamiento y adaptación al tiempo transcurrido.
Poseían muchos de ellos una distribución en ángulo que conectaba clínica y vivienda, con un sistema constructivo y estructural, económico y perfectamente coordinado, que permitió una gran flexibilidad y adaptación a las características de los solares y trazado urbano existente. Todas las habitaciones se cubrían con bóveda a la catalana, siendo piezas moduladas autónomas que permiten muy fácilmente su combinación bajo la cubierta inclinada de teja que da unidad y compone el conjunto. Al exterior se muestra generalmente con lisos muros blancos y la combinación de dos elementos característicos: los porches de entrada y las chimeneas de las glorias. Con elementos muy simples y económicos se consiguieron diversas variaciones que facilitaron su singularidad y a la vez su adaptación sin estridencias a los distintos entornos, siendo aún hoy perfectamente reconocibles.
Palabras clave: rural, posguerra, clínicas, Valladolid, sanidad
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