Estamos en el amanecer de una era en la que reina un poder del consumidor sin precedentes. Habrá ganmadores y perderores en el comercio minorista. Cada compra pagada mediante tarjeta de crédito o realizada por Internet deja detrás de sí una estela de información que los detallistas explotan a su favor. Si es la información lo que proporciona el poder, parece que a los minoristas se les abre un interesante futuro.
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