La identidad perdida y el desarraigo claman por recuperar la historia (tomar conciencia) o rehacerla (memoria), desde la ideología y la pasión. En España la transmisión de la historia, por la enseñanza o los medios, es obstaculizada por localismos centrífugos. El correctivo normativo (reforma de las humanidades, etc.), cultural (crítica académica) y administrativo (Alta inspección del Estado) no han garantizado un legado común. La llamada Ley de �memoria histórica� (2007), ha forzado el discurso y la conciencia histórica, con daño para la concordia, en una dirección contraria a la elegida por el Consejo de Europa, en la Recomendación Rec(2001)15.
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