Tras la muerte, los dientes poseen una resistencia a la alteración muy superior a la del hueso, debido a su riqueza en combinaciones inorgánicas; de hecho, en ocasiones son el único medio de que disponemos para la identificación de un cadáver. Sin embargo, es frecuente la ausencia de incisivos y caninos en esqueletos, ya que es muy fácil que los dientes con una única raíz salgan de sus alvéolos. Los factores que retardan o aceleran el desgaste de huesos y dientes son la humedad, la edad y sexo del individuo, el género y duración de la enfermedad por la que el individuo sucumbió, la influencia de la atmósfera, el terreno en que permaneció el cadáver y la profundidad de la sepultura.
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