La cara es el asiento de la expresión, y la boca, por su movilidad, contribuye en mucho a esta expresión. Los dientes forman la armadura, el esqueleto de la boca; en ellos se apoyan los carrillos y los labios, y concurren al desarrollo y a la conservación de los contornos de la cara desde el ala de la nariz a la sínfisis del mentón, extendiéndose hasta muy cerca de tres centímetros de la rama ascendente del maxilar inferior y del conducto auditivo. Esta parte de la cara constituye la zona de expresión susceptible de restablecer o modificar por el protésico.
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