Los agentes antisépticos, aun los de acción más poderosa, como el bicloruro de mercurio, el agua oxigenada, el permanganato potásico y otros, no pueden ponerse en contacto con la mucosa bucal y la fibro-mucosa gingival a las altas titulaciones, porque determinan, según las propiedades particulares de cada medicamento, intoxicaciones, irritaciones y quemaduras; hay que emplearlos, pues, en soluciones débiles que nunca bastan para el objeto deseado. Aún suponiendo que algunas fórmulas de indiscutible acción bactericida estén indicadas para lavados e irrigaciones bucales en estas circunstancias epidémicas, no hay medio práctico de que permanezcan en la boca el tiempo suficiente para destruir determinada colonia microbiana, puesto que su acción no es instantánea, ni mucho menos, y atenuada además por su inevitable dilución en la saliva y mucus bucal, no hemos de hacernos la ilusión de haber creado un medio aséptico por muy prolongado que sea el enjuagatorio.
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