El promedio de los niños nace bien, pero los tempranos catarros, hábitos equivocados de alimentación o hábitos viciosos del niño mismo, pronto conducen a funciones pervertidas cuya influencia reduce la fuerza vital normal y retarda frecuentemente el desarrollo del cuerpo. Es indispensable corregir prontamente estas funciones pervertidas y sus peligrosos efectos en la nariz y en la boca, entre la edad de cuatro y seis años.
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