Desde hace treinta años, el jabón se ha impuesto en la higiene de la boca gracias a una supuesta neutralidad, y al error de considerar este término como sinónimo de inocuidad. Esta falsa concepción ha abolido completamente en la práctica el concepto elemental de neutralidad frente a las mucosas. El jabón empleado puro, sin correctivos, manifiesta de entrada sus propiedades irritantes; por muy enmascarado que se encuentre en los distintos dentífricos, no deja de desarrollar su acción perjudicial con manifestaciones sensibles alejadas (razón por la que muchas veces no se establece la relación causa-efecto). La hidrólisis jabonosa es responsable de la causticidad de las soluciones diluidas. La influencia de esta causticidad sobre las secreciones de la boca ha quedado demostrada con las experiencias del autor. Por último, debe contemplarse el coeficiente de resistencia individual y los trastornos fisiológicos como factores que contribuyen al mejor desarrollo de la causticidad jabonosa.
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