Los sistemas contemporáneos tienen como característica central la representación. Surgidos en grandes Estados ya conformados, la representación se impuso al modo clásico de la política, a la democracia directa, cuyo conocimiento se difundió por el occidente con el Renacimiento y divulgadores como Maquiavelo y los humanistas; así se crearon las bases para una nueva cultura política que tuvo ocasión de materializarse en la revolución inglesa del XVII, momento de gestación que culmina con la nueva doctrina política del liberalismo y la separación de poderes para garantizar los derechos de los gobernados.
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