Representado en los 1960-70 por la organización del espíritu de la revuelta, de la minifalda al movimiento punk, Londres define de nuevo cierta vanguardia. No sólo ha puesto de moda el arte contemporáneo, sino que éste, que parecía estar reservado a la elite, es presentado sin titubeos como un agente de cambio social en la actualidad.
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