Aristóteles ha sido leído durante muchos siglos en varias culturas, desde la cristiana a la musulmana. Sus obras Sobre la interpretación y Categorías han inspirado a muchos pensadores para aplicar la dialéctica como herramienta de interpretación ante la imposibilidad de hallar un sentido unívoco en los escritos considerados «sagrados». En el siglo XI se generan controversias acerca de la aplicación y beneficio de las Artes Liberales. Abocado a ellas, encontramos al monje benedictino Otloh de San Emeramo quien distingue los ámbitos de aplicación de la dialéctica para que ésta no destruya el dominio de la fe. El mal es concebido como un «desorden del universo» ¿Quiénes lo ordenan?: los monjes al intentar explicar la condena de los ángeles apostatas y la piedad hacia el hombre que ha querido reparar la caída. Consideramos que la tradición dialéctica aristotélica inspira al monje de San Emeramo de una forma directa, a través de la interpretación de Boecio; e indirecta, a través, incluso, de algunos neoplatónicos como Dionisio y su traductor Escoto Eriúgena.
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