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“I’d Sell My Soul and All My Travelling Shoes to Belong Some Place”: Passion Fish (John Sayles,1992) in Its Contexts

    1. [1] Universidad de Zaragoza

      Universidad de Zaragoza

      Zaragoza, España

  • Localización: Studium: Revista de humanidades, ISSN-e 2444-6599, ISSN 1137-8417, Nº 19, 2013, págs. 231-248
  • Idioma: inglés
  • Títulos paralelos:
    • “I’d Sell My Soul and All My Travelling Shoes to Belong Some Place”: Passion Fish (John Sayles, 1992) en contexto
  • Enlaces
  • Resumen
    • español

      La elección de Ronald Reagan como presidente de los Estados Unidos en 1980 marcó el comienzo de un periodo de discursos contradictorios sobre cuestiones de género. Reagan había llegado al poder defendiendo los valores tradicionales y la austeridad del gobierno pero, una vez en la Casa Blanca, adoptó la agenda moral de la derecha cristiana a la vez que hacía de la ostentación, la avaricia y el ansia de la riqueza las características más destacadas de su presidencia. Parece que durante los años ochenta los discursos oscilaban entre el arquetipo de la “supermujer” y los ataques a los derechos de las mujeres; entre, por un lado, la exaltación del dinero, de las apariencias y del hedonismo y, por otro lado, una virulenta reacción contra los avances legales y sociales conseguidos por las mujeres. Sin embargo, con el paso de los años, las obras de un buen número de escritores, cineastas y artistas plásticos revelaban la necesidad de enfrentarse a estos discursos contradictorios que recibían las mujeres. Entre estos artistas se encontraba una nueva generación de escritoras como Dorothy Allison, Bobbie Ann Mason or Barbara Kingsolver que se iban a centrar en la América rural para ofrecer lúcidos análisis de los retos a los que se enfrentaban en la sociedad de Reagan. De forma similar, en el campo del cine, productos de la era Reagan como Dinastía (Dynasty,1981-1989) o Attracción Fatal (Fatal Attraction, 1987) compartían las pantallas de cine y televisión con un crecien- te número de producciones basadas en una nueva mirada a la herencia rural del país, y que sacaban a la superficie el conflicto entre los movimientos por los derechos de las mujeres y la reacción conservadora alentada por la administración de Ronald Reagan. El objetivo de este artículo es ilustrar cómo dos de estos productos, la novela de Barbara Kingsolver AnimalDreams (1990) y, en particular, la película de John Sayles Passion Fish (1992), recurrían al legado rural de los Estados Unidos para examinar los desafíos del momento y ofrecer una lectura crítica del curso que había tomado la sociedad. Aunque distintas en muchos aspectos —y no siempre tan coherentes como nos quieren hacer creer los críticos— ambas historias descansan en una feminización de la parábola del hijo pródigo y en una recuperación de la imaginería rural para renegociar el legado de Reagan y volver a imaginar la vida de nuevo con la complejidad que las mujeres parecían demandar en aquel momento.

    • English

      The election of Ronald Reagan as President of the United States in 1980 marked the beginning of a period of conflicting discourses on gender issues. Reagan had come to power advocating traditional values and a more frugal government but, upon his arrival at the White House, he adopted the moral agenda of the Christian Right while making ostentation, greed and the pursuit of wealth the most salient traits of his presidency. It seems that during the 1980s discourses swung between the superwoman archetype and the assault on women’s rights; between the deification of money-making, good looks and hedonism on one hand and a virulent reaction against women’s legal achievements on the other. However, as the decade wore on, the work of a large number of writers, filmmakers and plastic artists revealed the need to come to terms with the contradictory discourses women were being exposed to. Among these was a new generation of women writers like Dorothy Allison, Bobbie Ann Mason or Barbara Kingsolver, who offered in-depth analysis of the challenges faced by women in Reagan’s society by turning their eyes to small-town USA. Likewise, in the field of cinema, Reaganesque products like Dynasty (1981-1989) or Fatal Attraction (1987) shared US screens with a growing number of productions that rested on a new look at the rural heritage of the country and that brought to the surface a more complex negotiation of the conflict between the ongoing campaign for women’s rights and the conservative reaction fueled by the Reagan administration. The purpose of this paper is to illustrate how two of these works, Barbara Kingsolver’s Animal Dreams (1990) and, more particularly, John Sayles’ Passion Fish (1992), turned their look to the regional lore of the United States as a way to engage with contemporary challenges and provide a critical awareness of the course of society at the time. Dissimilar in many respects, and not always as coherent as critics want us to believe, both stories rest on a feminized version of the parable of the Prodigal son and on rural imagery to renegotiate the legacy of the Reagan years and reimagine life anew with the complexity that women seemed to demand at the time.


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