El traductor no literario se ha visto como copista o imitador, en contraposición al autor o al traductor literario, considerados como autores por la originalidad que imprimen a sus textos. Sin embargo, al eliminar los conceptos tradicionales de autoría única y originalidad y proponer en su lugar los conceptos de autoría múltiple e intertextualidad, la deconstrucción permite al traductor no literario homologarse a la figura del autor.
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