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Resumen de Efectos adversos de los inhibidores de la bomba de protones: revisión de evidencias y posicionamiento de la Sociedad Española de Patología Digestiva

Cristóbal de la Coba, Federico Argüelles Arias, Carlos Martín de Argila de Prados, Francisco Javier Júdez Gutiérrez, Antonio Linares Rodríguez, Aida Ortega Alonso, Enrique Rodríguez de Santiago, Manuel Rodríguez Téllez, María Isabel Vera Mendoza, Lara Aguilera Castro, A. Álvarez Sánchez, Raúl J. Andrade Bellido, Fidencio Bao, M. Castro Fernández, Froilán Giganto

  • español

    Introducción: en los últimos años, numerosos artículos relacionan el uso de los inhibidores de la bomba de protones (IBP) con posibles efectos adversos serios que han creado cierta alarma social.

    Objetivo: el objetivo de este trabajo es revisar la literatura de cara a elaborar un documento institucional de posicionamiento de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) sobre la seguridad de los IBP a largo plazo.

    Material y métodos: se ha realizado una revisión exhaustiva de la literatura orientada a la presentación de conclusiones tras una valoración crítica sobre los siguientes temas: a) indicaciones actuales de los IBP; b) déficit de vitamina B12 y alteraciones neurológicas;

    c) déficit de magnesio; d) fracturas óseas; e) infecciones entéricas y neumonías; f) interacción con los derivados de las tienopiridinas;

    y e) complicaciones en pacientes cirróticos.

    Resultados: las indicaciones actuales de los IBP no han variado en los últimos años y están bien establecidas. No se recomienda la realización de un cribado generalizado de los niveles de vitamina B12 en todos los pacientes tratados de forma crónica con estos medicamentos; sin embargo, sí parece necesario controlar los niveles de magnesio al inicio del tratamiento y monitorizarlos en pacientes con toma de otros fármacos que puedan inducir hipomagnesemia.

    Existe mayor riesgo de fracturas óseas, aunque no se puede concluir que esta asociación sea causal. La asociación IBP e infección por Clostridium difficile es débil o moderada y el riesgo de neumonía es bajo. En pacientes con riesgo cardiovascular y tratados con derivados de las tienopiridinas -dada la ausencia de evidencias definitivas en relación a posibles interacciones medicamentosasparece que lo prudente sea sopesar adecuadamente los riesgos gastrointestinales y los riesgos cardiovasculares de cada paciente;

    cuando el riesgo gastrointestinal sea moderado/alto, debemos ejercer una acción terapéutica de prevención efectiva utilizando un IBP. En cirróticos descompensados deben ser indicados con cautela.

    Conclusiones: los IBP son fármacos seguros y los beneficios de su empleo, tanto a corto como a largo plazo superan los posibles efectos secundarios, siempre que la indicación, dosis y duración sean las adecuadas.

  • English

    Introduction: In the last few years a significant number of papers have related the use of proton-pump inhibitors (PPIs) to potential serious adverse effects that have resulted in social unrest.

    Objective: The goal of this paper was to provide a literature review for the development of an institutional position statement by Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) regarding the safety of long-term PPI use.

    Material and methods: A comprehensive review of the literature was performed to draw conclusions based on a critical assessment of the following: a) current PPI indications; b) vitamin B12 deficiency and neurological disorders; c) magnesium deficiency;

    d) bone fractures; e) enteric infection and pneumonia; f) interactions with thienopyridine derivatives; e) complications in cirrhotic patients.

    Results: Current PPI indications have remained unchanged for years now, and are well established. A general screening of vitamin B12 levels is not recommended for all patients on a PPI; however, it does seem necessary that magnesium levels be measured at therapy onset, and then monitored in subjects on other drugs that may induce hypomagnesemia. A higher risk for bone fractures is present, even though causality cannot be concluded for this association. The association between PPIs and infection with Clostridium difficile is mild to moderate, and the risk for pneumonia is low. In patients with cardiovascular risk receiving thienopyridines derivatives it is prudent to adequately consider gastrointestinal and cardiovascular risks, given the absence of definitive evidence regardin potential drug-drug interactions; if gastrointestinal risk is found to be moderate or high, effective prevention should be in place with a PPI. PPIs should be cautiously indicated in patients with decompensated cirrhosis.

    Conclusions: PPIs are safe drugs whose benefits outweigh their potential side effects both short-term and long-term, provided their indication, dosage, and duration are appropriate.


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