Al leer la extensa compilación de artículos y discursos de Laureano Gómez en sus Obras Selectas publicadas por la Cámara de Representantes, vuelve a plantearse una vieja inquietud. ¿El escritor político -o el político escritor que muchas veces no es lo mismo-, está condenado a una fugacidad que amontone el olvido sobre sus páginas? Sería indudable si se acepta ese destino, que se supone consustancial a su oficio, de moldear como ninguno el barro de una actualidad tanto más transitoria por lo fragorosa, a no ser porque aquellos testimonios lo singularizan al marcar sus huellas entre las complejidades de la creación social.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados