Había nacido cerca de la catedral y allí corrió su infancia, pero cuando se comenzó a formar el nuevo barrio alrededor de la recién erigida iglesia de Santa Bárbara, su madre, Catalina Rodríguez, adquirió por ahí, a escasas diez cuadras de la catedral, una casita. Desde los ocho o nueve años de edad, cuando García Zorro le enseñó a leer, había mostrado desmedido interés por la lectura y por eso en la adolescencia, cuando Gonzalo García fue a buscarlo en la casita de Santa Bárbara, es posible que ya hubiese leído un centenar de libros que su padre y los paisanos españoles de su padre le habían facilitado.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados