Si alguno de los próceres de la independencia colombiana merece especial y permanente consideración de los estudiosos, este es, sin duda, don Antonio Nariño. Y no solo por la circunstancia de haber sido el precursor de un movimiento espiritual y guerrero al tiempo, que por caminos de heroísmo y sacrificio conduciría a la libertad de Colombia, sino también por las nobles calidades humanas que su figura trasunta y por el infortunado e irónico signo que presidió su vida de libertador frustrado.
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