HITO. -El rancho de Jesusita Morales estaba construido al final del kilómetro siete de la carretera en construcción. No era más que una casita de vara en tierra, techada con hojas de palma, en el propio límite de la áspera selva, muy cerca del mar. Hacia el interior avanzaban los trabajos de desmonte, bajo el implacable sol o la lluvia copiosa. La mujer vivía allí, con su pequeño hijo Tristán.
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