El estado eclesiástico, a través de sus diversas órdenes religiosas, ha producido no pocos y esclarecidos cultores de las artes y el humanismo.La meditación mística, vinculada a los fines supremos de la creación intelectual, no puede menos que traducirse en fecundos aciertos de introspección humana y en sazonados frutos de realización artística.
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