En un martes a alguien se le ocurrió comenzar a numerar los cadáveres. Durante los días anteriores, hombres innumerables se desplomaron con los labios mordidos y esa escena abundó en calles por las cuales anegaban restos malolientes de agua salada que manaban las calzadas pétreas. Luego los moribundos se retorcieron en esos charcos que fueron arremolinándose y multiplicando hasta formar torrentes que arrastraron los pedazos de papel con la numeración de los cuerpos
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados