Históricamente hablando, es un hecho cierto el de que los colombianos, en el siglo XVIII tuvimos un rey, ungido y posesionado, no a la usanza de los protocolos europeos, sino a la manera criolla. Fue escogido por los ejércitos revolucionarios comuneros que le juraron sumisión como a única autoridad representativa y monárquica en el territorio de la Nueva Granada.
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