El hombre es olvidadizo e ingrato con las obras del espíritu. Pero en el olvido y la ingratitud lleva su castigo. Uno de los más portentosos y misteriosos descubrimientos humanos fue el de que las toscas, inarmónicas y utilitarias palabras que creara a través del tiempo, eran capaces no solamente de dar vida a las cosas bautizándolas y de conferir significación a los actos, relacionándolos entre sí y calificándolos, sino que podían dar también expresión real y cabal a los más íntimos, sutiles o complejos movimientos del alma.Desde entonces y a través de una cronología que abarca siete u ocho mil años los pueblos, los hombres, colectiva o individualmente, han creado en torno a sí mismos y a la patria tierra una especie de atmósfera, de cielo poético, bajo el cual - unos sin saberlo y otros apreciándolo- respiramos todos.
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