Un día de 1903, el duque José Florimond de Loubat solicitó a Eduardo Seler que comentara el "Códice Borgia". Seler acababa de llegar de Yucatán, donde se apertrechó de conocimientos sobre el arte precolombino de la región y satisfizo de inmediato la invitación de su estimulante Mesenas. En agosto de 1904 concluyó en Steglitz y entregó "a su excelencia" el primer tomo de su exégesis sobre el códice de autos, "sin duda la más extraordinaria de todas las pictografías aún conservadas del México antiguo", según el decir del propio señor Seler.
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