En el más hermoso sitio de la campiña payanesa se alza la mansión señorial de Valencia. El río Cauca arrastra, cerca, su crespo y raudo caudal. Los robles ponen una nota solemne y viril contra el verde tierno, eglógico, casi femenino de la pradera. A lo lejos levanta Popayán su dulce y grave fisonomía de piedra bajo el vuelo de las campanas y las palomas. Allí el lánguido hechizo del clima invade las venas del cuerpo y del alma con un suave poderío. En la distancia, arroyos tranquilos humedecen de cielo la breve llanura maravillosa.
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