En este período sobresale con luz propia Antonio Nariño, uno de los hombres más extraordinarios que ha producido la capital colombiana, y quien -al decir de Gómez Restrepo- "pareció querer desmentir la idea generalizada de que la afición a la vida tranquila era uno de los rasgos distintivos de los hijos de Santa Fe". Nariño fue para don Raimundo Rivas un Caballero andante ; y monseñor Rafael María Carrasquilla lo situó, en uno de sus estudios juveniles, inmediatamente después de Bolívar.
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