Cuando Marco Polo regresó a Venecia de su viaje al Lejano Oriente contó, entre otros muchos prodigios, que había visto a orillas de un "mar sin fin " reinos fabulosos que tenían dioses de marfil y palacios de jade, reyes que gobernaban desde tronos de oro y usaban tiaras recamadas de piedras preciosas; sabios para los cuales no tenía secreto alguno el alfabeto de las constelaciones. Las noticias eran tan asombrosas que no podían ser sino el producto de una acalorada fantasía. Y así aquella primera noticia sobre el "mar sin fin " se fue haciendo cada vez más débil hasta desaparecer casi por completo.
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