En los períodos de profunda inquietud colectiva no le queda a la humanidad otro recurso que reajustar sus lineamientos mágicos. El hombre no vive de lo que es sino de lo que sueña, de lo que empuja. No de lo que construye o de lo que está construyendo sino de lo que tiene que construír. Parece como si en la actualidad se nos estuviese preparando -con todos los medios publicitarios a nuestro alcance- para el advenimiento de una era interplanetaria que, con toda seguridad ha de cancelar los medios con que, hasta el momento, contábamos para explicarnos el juego de la existencia.
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