En principio, el circo es como un navío descuartizado. La popa y laproa con sus intimidades al aire. Como bodegas al revés. Los mástiles -que después soportarán el gran peso del velamen, las grímpolas de albayalde, las jarcias curvadas por la cabriola espacial de los maromeros- se nos ofrecen allí, inútiles y desamparadas.
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