De las figuras que acompañan al Niño Dios, estas de los pastor es han sido siempre las más amables, las más populares y las más encantadoras de todas. Suponemos que aquella noche era muy fría, y que ellos, en torno a una hoguera improvisada, conversaban, envueltos en sus capas, atentos siempre al movimiento de las ovejas. ¿De qué conversaban? Sería de cosas inocentes, desde que los ángeles no tuvieron inconveniente en interrumpir su diálogo. Si su conversación hubiera sido frívola o pecaminosa, los alados mensajeros habrían buscado a otros hombres para comunicarles la buena nueva. Seguramente, calculaban la hora de la noche siguiendo el rumbo de alguna constelación a la que estaban habituados, o de algún lucero cuyo itinerario conocían, porque pastores viejos les habían enseñado a distinguirlo en medio de los demás astros.
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