En el siglo XVIII se nota ya una mayor afluencia de médicos, cirujanos y boticarios en territorio del Nuevo Reino de Granada, en comparación con lo ocurrido en el siglo anterior. Se encuentran ya datos más abundantes sobre las enfermedades existentes y los métodos de tratamiento empleados, y hay abundancia de solicitudes de licencias para ejercer y de querellas entre los médicos y sus pacientes por el pago de los servicios, y de los profesionales entre sí por rivalidades en el ejercicio de su profesión.
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