La ortodoxia del nadaísmo no fue nunca muy estricta: elogiaban indistintamente a Caryl Chessman y al Dr. Carlos Lleras. Pero los devaneos ideológicos de Gonzalo Arango, su profeta, no le impidieron reclamar siempre, como parte decisiva de su estrategia subversiva, el aporte lírico de Mario Rivero. Así lo atestigua De la nada al nadaísmo, prontuario del grupo.
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