Bien sabido es que a mediados del siglo XVI, las obras de Erasmo traducidas al castellano abrieron en España la ruta a una espiritualidad enteramente nutrida en la Escritura. Al decir del obispo de Canarias, fray Alonso Ruiz de Virués, el humanista de Rotterdam fue, en su tiempo, el hombre que acertó a adobar el manjar evangélico en forma tan novedosa y grata, que lo hizo deleitoso aun a los más estragados paladares.
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