Después de situarse sucitamente entre las tres principales corrientes teoréticas, que contemplan la cuestión de los valores, el autor distingue entre el sentido de estos para legislar y para educar. Al hilo de la posición humanístico-personalista ; epistemológicamente, restablece la conexión entre razón teórica y razón practica. Antropológicamente implica la teoría tomista de la anamnesis y de la conciencia, implicando al yo en comunidad. De este modo se exige un proceso de educación en comunidad sin renunciar a la personalización, con las consecuencias deontológicas que esto acarrea. Finalmente, al efectuar una sinopsis procesual de los actos del intelecto y de la voluntad, se sacan proposiciones en cuanto a las teorías comunitarias, de razonamiento moral, clarificación de valores, etc
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