El cambio constitucional hacia una reforma federal deberá apuntar al plano de la articulación territorial, situándose en el terreno de la eficiencia del Estado antes que en el del incremento de su legitimación espiritual o ideológica. De esta forma se evitaría que solo se respondiera a las demandas de los nacionalismos. Hay que tener en cuenta que España ya es una articulación federativa, aunque no asuma de manera explícita su condición federal.
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