En las últimas décadas el discurso feminista ha articulado la soledad como un proceso integrador para la mujer, conduciendo al auto-análisis al margen de construcciones del género (Lagarde, 2012). Sin embargo, para Anna Morgan –protagonista de la novela de Jean Rhys Viaje a la oscuridad (1934)– la soledad experimentada en los hoteles se perfila como un espacio fragmentario y alienante. En este artículo parto de la necesidad de un lugar con el que identificarse para que la soledad se viva como elemento constituyente de la autonomía. Como resultado, los lugares intermedios e impersonales en los que se desarrolla la acción de esta novela y que Marc Augé denomina no-lugares, impiden que Anna utilice la soledad para analizar y articular su subjetividad. La dependencia económica del hombre que éstos implican agudiza, además, la imposibilidad de entender la soledad como un espacio fértil y autónomo.
During the last decades, the concept of solitude has been articulated by the feminist discourse as an integrating process for women, driving them towards self-analysis beyond gender constructions (Lagarde, 2012). However, to Anna Morgan –the main character in Jean Rhys’ Voyage in the Dark (1934) – the solitude experienced in her hotel rooms is perceived as alienating and fragmentary. It is the point of this paper to show that in order to understand solitude as a constituent element of women’s autonomy it is necessary for them to have a place to identify with. As a result, the settings in Rhys’ novel, characterized by their impersonal and in-between status and which Marc Augé calls non-places, prevent Anna from using solitude to analyze and articulate her subjectivity. Moreover, her economic dependence from men hampers her ability to understand solitude as a fertile and autonomous space.
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