Entre la implantología oral practicada una o dos décadas atrás y la implantología moderna existen claras diferencias en cuanto a las técnicas, las estrategias terapéuticas y la selección del tipo de pacientes. Gracias a los avances en medicina se ha aumentado la esperanza de vida y se dispone de tratamientos eficaces para una serie de enfermedades agudas y crónicas graves. Debido al número creciente de pacientes odontológicos con patologías clínicas severas, el implantólogo ha de tener conocimientos médicos básicos. Asímismo, algunas enfermedades reumáticas exigen tener nociones fundamentadas sobre su diagnóstico y tratamiento, si va a realizarse una intervención implantológica oral. La consulta de los pacientes afectados también significa para el clínico que ha de saber reconocer y evitar posibles complicaciones en relación con los implantes dentales. Las condiciones sistémicas específicas y las orales locales tienen influencia en la osteointegración inicial, así como en el posterior desarrollo de la inserción del implante. Un tratamiento implantológico oral en pacientes reumáticos exige una exploración detenida y una evaluación del riesgo para evitar fracasos, por ejemplo, en forma de trastornos de la cicatrización de heridas, una limitación de la angiogénesis/neovascularaización y/o una reducción de la remodelación. Esta evaluación del riesgo en el reumático tiene en cuenta 4 aspectos: (I) la anamnesis clínica del paciente, (II) su medicación, (III) su estado psíquico y (IV) el tipo y la envergadura de la intervención (invasiva/no invasiva) planeada. Estos factores han de valorarse detenidamente en cada uno de los pacientes.
Traducción del artículo original publicado en la revista Quintessenz Implantologie 2012; 20 (4): 411-425
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