Los imanes, principal encarnación de la autoridad islámica en Europa, despiertan el interés de los poderes públicos, que les otorgan una gran influencia. Por ello, algunas voces afirman que habría que vigilarlos, dirigirlos, incluso formarlos para evitar cualquier deriva comunitaria. Esta lectura choca con la realidad del trabajo de los religiosos musulmanes, cuyo perfil está determinado, sobre todo, por los fieles que frecuentan los lugares de culto.
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