Este ensayo intenta mostrar que, de acuerdo a Nietzsche, no es la muerte de Dios lo que trae consigo la desacralización del mundo y la vida, fenómeno característico de la modernidad, sino más bien la afirmación de aquel Dios. Para ello se explora la alegoría de la muerte de los dioses, atacados de risa fatal al oír, de aquel otro Dios, que lo sagrado no puede ser plural. Con ello, abordamos los alcances civilizatorios de aquella alegoría, con particular interés en la relación que supone entre la defensa de la diversidad, la recuperación del sentido de la tierra y la afirmación de lo sagrado como dimensión plural e inmanente al mundo y la vida.
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